La Gaveta Económica entrevista a Manuel García-Sañudo, director general de Kaudal: «Nuestra ilusión es crear un ecosistema en el que invertir en startup innovadoras como hoy se hace en otros activos».
La pandemia retrasó, que no aplazó, el proyecto de Kaudal, perteneciente a ARQUIMEA, de llegar a Canarias con todo. Autorizada a instalarse en la Zona Especial Canaria (ZEC), aspira a cambiar la percepción que de la I+D+I
tenemos en este país, más planteada siempre como una aspiración que como una realidad tangible. Kaudal es un estructurador financiero que permite allegar fondos privados a proyectos de innovación beneficiándose de los incentivos fiscales existentes.
Manuel García Sañudo, director general de la compañía, aprovechó un momento entre reuniones en Canarias para atender a este medio, dejando sentada la premisa de que su ilusión sería crear un ecosistema tanto emprendedor como inversor en que las personas pudiesen invertir en startup innovadoras con la misma naturalidad que hoy lo hacen en otros activos.
¿Qué es el mecenazgo tecnológico?
Una vía de financiación que permite la entrada de inversores privados en el ecosistema de la I+D+I, que facilita poner de acuerdo a empresas que precisan de capital con quienes lo desean invertir, aprovechando el beneficio fiscal existente
Estamos como país a la cola en inversión en I+D entre los miembros de la OCDE. Y Canarias, a la cola de España. Falta, da la sensación, cultura.
Estamos de acuerdo todos en su importancia y es cierto que no se ha entendido del todo en España porque se considera lo mismo crear un juego para ordenador que la creación de un algoritmo capaz de resolver problemas logísticos complejos, por ejemplo. En ese contexto es complicado conseguir financiación para proyectos por más que sean motor de cambio y desarrollo, que mejore procesos productivos o sirva para dar grandes saltos tecnológicos. Lo
que hacemos nosotros es tratar de cambiar esa percepción, intentando poner en primera línea a empresas que busquen la generación de un impacto positivo para la sociedad.
Es decir, primero deben generar un mercado y luego conseguir los inversores.
Hemos puesto el foco en las empresas privadas que quieren invertir, crear ese ecosistema en el que puedan convivir quienes investigan y quienes invierten. La inversión pública en I+D va adonde va, en universidades o centros de investigación públicos. Nuestra ilusión es que grandes empresas interesadas puedan encontrar proyectos que hasta ese momento carecían de financiación.
Canarias consiguió atraer producciones cinematográficas con sus incentivos fiscales. ¿Se puede repetir el éxito, ahora con I+D?
Se puede intentar porque los incentivos fiscales existentes aquí son extraordinarios, mejores que en la península. Existe la fiscalidad adecuada, buenas universidades, talento, capacidad para atraerlo…
Entonces, ¿de qué depende el éxito de la compañía?
Este es un negocio que se basa en tres pilares, las relaciones, la rentabilidad y la credibilidad. Nosotros no tenemos
problemas con la rentabilidad porque el producto es más rentable que muchos contra los que compite y nuestros inversores repiten. Ya tenemos, incluso, proyectos canarios financiados por inversores peninsulares. Los otros pilares, relaciones y credibilidad, llevan tiempo y en las Islas se está muy acostumbrado a la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC), que es un ran competidor de nuestro producto. El problema es que los usos en los que puede ser materializada quizás no permitan una diversificación de la economía, que era uno de sus objetivos. Permitir real estate, por ejemplo, es más e lo mismo. Ha sido muy interesante lo conseguido, toda la infraestructura turística se ha desarrollado gracias a la RIC pero ahora, visto los problemas de depender de un solo sector cuando se vive una epidemia como la actual, quizás sería el momento de desarrollar la I+D+I de verdad en Canarias.
Precisamente hemos visto como muchas empresas se han volcado en productos relacionados con el COVID-19.
Nos hemos encontrado con empresas que tenían tecnologías dedicadas a problemas que han podido orientar
su acción a ese otro problema sobrevenido, empresas de bioingieniería que en un momento dedican sus recursos a resolver ese asunto. Es el objetivo de la ciencia. Hemos visto empresas que podían crear respiradores de válvulas capaces de sustituir a los respiradores mecánicos -con procesos más engorrosos para su fabricación y más caros- en cortos espacios de tiempo. La capacidad del Estado para invertir en estas cosas es la que es, más limitada. El CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial) sacó una línea de 12 millones de euros y se presentaron más de 500 proyectos, con lo que muchos quedan fuera o son infrafinanciados. Alguno hemos podido rescatar y trabajan en la dirección adecuada.
Desde el arranque de la empresa (2017) a hoy han invertido en 70 proyectos más de 100 millones de uros, ¿con qué inversión promedio?
Unos 600.000 euros, el mínimo estaba entre 150 mil y 200 mil porque son proyectos con cierta complejidad, que hay elevarlos a público y demás. La idea es hacer paquetes más pequeños para que resulte más atractivo a inversores más pequeños y podamos contribuir a la popularización del producto.
En el cine ha existido una excesiva litigiosidad con la Agencia Tributaria, empeñada en hacer interpretaciones creativas de la norma. ¿Temen que pase algo parecido?
No, hemos dedicado mucho tiempo a prepararnos y contamos con consultas vinculantes a la propia administración tributaria. Nosotros no creamos la figura, es el Ministerio, nosotros la comercializamos y no debe haber problemas más allá de que todo producto nuevo lleva un tiempo antes de familiarizarse con él. Pero cuando esto ocurre, no debe existir inconveniente alguno, por eso nos empeñamos en hacer mucha pedagogía buscando que se popularice y que se puedan traer capitales a la innovación, que era la idea originaria cuando se crea.
Los proyectos que se financian, son de investigación aplicada, productos que puedan llevarse rápidamente al mercado.
Kaudal nace como respuesta a los problemas de financiación que tenía Arquimea, te planteas que si funciona, ¿por qué no lo intentas y poner a disposición de otros? Tenemos los pies en el suelo pero no por ello renunciamos a invertir en tecnologías con un largo periodo de tiempo para que puedan ser adaptadas al mercado. Ahora mismo estamos en un proyecto que no podemos detallar, que revolucionará los viajes al espacio pero que quizás no lo vean siquiera mis hijos, pero nos parece muy interesante. En cualquier caso, tenemos muchas otras inversiones con un proceso más corto, de 2-3 años, con aplicaciones prácticas que resuelven problemas actuales.